Tu piel de papel

Una hoja de papel.

Alguien escribe sobre ella. La pliega una y dos veces. La entrega a otro alguien, que la despliega una y dos veces. Subraya algo, tacha algo, añade algo. La pliega, no una vez ni dos, sino tres.

Y la hoja viaja. Duerme entre libros, se esconde en carteras, conoce a otras hojas y se grapa con una. Se aman, en el bolsillo de un pantalón sucio. Ríen. Lloran. Se pierden, en el interior de una lavadora. Alguien las rescata, pero las desgrapa: una, a la papelera, echa una bola; la otra, clavada en un tablón de corcho, para recordar, para no olvidar.

Allí sigue. Y cada mañana entre las ocho y las nueve, los rayos de sol la calientan. Calientan su piel de celulosa, sus arrugas, los garabatos de grafito, tatuados por siempre. Calientan también el desgarro de aquella grapa. Su piel, amarillenta por los años; sus arrugas, testimonio de una vida.

 

 

(Tu piel de papel se publicó en la VII ANTOLOGÍA del Premio Orola de Vivencias, 2013)

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